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MELODÍA DE LA PIEDRA

MELODÍA DE LA PIEDRA

1. Primera melodía
Dunas de arena bajo aspecto de urnas proyectaban su sombra desde el sol del desierto.
El agua refrescante del arroyo ya se arremolinaba en torno a nuestros pies.
En el fondo, los chicos vimos algunas piedras en forma de yembuu[1],             
aposentadas en la arena fina tal si hubieran crecido para quedarse allí.

Acaso porque fuesen rareza de las prístinas arenas,
deseamos jugar con esas bellas piedras del arroyo.
Las llevamos a casa para hacerlas en forma de caballos y bestias.
Al derrumbarse el día, el látigo de cuero de mi padre restalló en nuestros  cuerpos.

--“Por qué habéis robado las piedras del arroyo?
¡Pedid a Dios y al Cielo piedad por la maldad!
¡Acercad vuestro oído a la tierra y escuchad al arroyo!
Rogadle con lisonjas que os devuelva su borbotante melodía”—

En verdad, el vivaz arroyo estaba silencioso.
Su canto había huido por la vasta distancia.
Con la cabeza hundida en las rodillas,
empecé a comprender las cuestiones del mundo.

Un día abrasador sacamos los caballos
junto a otros animales de piedra que formamos para restituirlos al arroyo.
Una vez corregido nuestro error
nos volvió a sonreír el arroyo y empezó a borbotar.

2. Segunda melodía
De niño suponía que las piedras cantaban.
Quise experimentar la magia de su canto.
Con la viva esperanza de atrapar su antigua melodía,
caminé todo el día por aquel pedregoso lecho del viejo río.
Al toque del punzón de acero, despertó la tonada de las piedras,
y cada una cantó tintineando a su aire.
Cuando se oye el sonido de un arroyo de antaño,
se piensan muchas cosas y se comprende a nuestra Madre Tierra.

Aunque pasaron años desde que enmudecieron esas piedras,
jamás han olvidado su música perenne.
Cuando las piedras vuelven a entonar sus canciones,
ya no puede evitar el corazón que me conmueva.

Al nacer tan ligado a sus cantos y música
a través de los cambios de los años, siento un tan fiel orgullo
que hasta las mismas piedras se convierten en música
y te amo más y más, oh Patria mía.

traducido por Justo Jorge Padrón

[1] Lingote de plata en forma de V que se usaba como moneda en la antigüedad.
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