LA POESÍA DE MONGOLIA EN SU DECURSO MILENARIO
MEND-OOYO, El GRAN POETA CONTEMPORÁNEO DE MONGOLIA
Por Justo Jorge Padrón
Hasta la fecha la poesía de Mongolia ha sido prácticamente desconocida en España y probablemente en todo el mundo hispánico, hecho tal vez atribuible, más que a la lejanía geográfica, o a la falta de comunicación y a la dificultad intrínseca de su lenguaje, especialmente a su historia tumultuosa que la ha obligado a estar herméticamente cerrada a contactos exteriores durante largos períodos. Hasta la fecha no han existido embajadas en nuestros respectivos países, lo que ha dificultado la comunicación y las relaciones individuales. Pero siempre ha de ser la poesía con su mágica ubicuidad la que sobrepase las dificultades y establezca sus invisibles puentes fraternales.
Hace más de un milenio, el pueblo mongol ya tenía un sistema de escritura desarrollado cuya base fue la escritura de los Uigures, que habían articulado una lengua autónoma. Se creó desde entonces un valioso acervo cultural escrito en el alfabeto mongol uigur, en donde pudo conservarse la literatura tradicional de los nómadas de las estepas. A principios del siglo XIII, el pueblo mongol se hallaba dividido en muchas tribus que luchaban entre sí para conservar su independencia. Un destacado caudillo tribal, Temuujin (1167-1227), hijo de Esugey Baatar, sucedió a su padre como jefe a la joven edad de trece años, quien con su espíritu guerrero y sus altas dotes de mando, supo unificar a los mongoles para después, a sus 25 años, lanzarse a la conquista de todos los países de su entorno. En el año 1206 formaría el estado mongol y sería proclamado gran rey de su imperio bajo el nombre de Gengis Kan. Tanto él como sus sucesores inmediatos conquistaron prácticamente toda Asia y la Rusia europea, enviando a sus hordas a la Europa central y hasta el sureste asiático. Su nieto, Kublai Kan, conquistó China, estableció la dinastía Yuan (1279-1368) y su nombre adquirió gran reputación debido a los escritos de Marco Polo.
Aunque las confederaciones mongolas ejercieron un gran poder político sobre los territorios conquistados, su fuerza declinó rápidamente después de que la dinastía mongola fuese derrocada en 1368. A esto habría que añadir que la dinastía foránea de los Manchúes conquistó China en 1644 y formó la dinastía Quing, ocupando el trono imperial en Pekín hasta 1911, consiguiendo mantener bajo su control a Mongolia desde 1691 hasta 1911. Cuando cayó la dinastía Quing a manos de las fuerzas republicanas de China, propiciaron la independencia de Mongolia. En 1924 se formó en Mongolia un gobierno independiente creado con el apoyo soviético, siendo defendido de Japón por la URSS en la segunda guerra mundial. Tras el final de la Guerra Civil China, el nuevo estado de la República Popular China, aceptó la petición soviética de reconocer la independencia de Mongolia, que se mantuvo en el bando soviético durante la Guerra Fría. El conjunto de los mongoles, en su mayoría de raza khalkha, formaron la República Popular de Mongolia. El país ingresó en las Naciones Unidas en 1961 y, a la caída de la Unión Soviética en 1991, se aprobó una nueva constitución en 1992 que creó un estado demócrata híbrido, entre presidencial y parlamentario, que se conserva hasta hoy.
Los mongoles han utilizado lenguajes muy afines entre sí. Se distinguen dos grupos principales: el occidental, integrado por el calmuco, (que se habla en Rusia) y el oirat (en Mongolia y China). En el grupo oriental, está el más hablado de todos y que constituye la lengua nacional, el mongol o khalkha. Con menos importancia coexisten el buriato, (hablado en Mongolia y Rusia), el daghur (en China) y el monguor (también en China). Hay además otras lenguas y dialectos menores. Solamente el calmuco, el buriato y el mongol son lenguas escritas. En general, la fonética de las lenguas mongolas es bastante simple, aunque hay excepciones en el khalkha, que tiene un sistema vocálico de veinte unidades. Morfológicamente, son lenguas de tendencia aglutinante. Un aspecto muy interesante es la ausencia de morfemas de género. Poseen una declinación con ocho casos. En el mongol literario sólo existen pronombres personales de primera y segunda persona, porque el de tercera es un pronombre demostrativo. Las palabras suelen ser trisílabas, siendo muy escasas las de estructura monosilábica. No existen preposiciones sino posposiciones, y el léxico presenta, según las lenguas, fuerte influjo turco, ruso o chino.
El desarrollo de su cultura autóctona fue interrumpido al comienzo del siglo XX. En la década de 1930, poco después del establecimiento del Estado, cuando Mongolia consiguió la soberanía de Manchuria, después de casi trescientos años bajo su control, la presión dictatorial de Stalin condujo a la destrucción del legado cultural. En 1942, la escritura fue cambiada oficialmente por el alfabeto cirílico ruso. Tras este cambio de escritura, aquellos que escribieron y hablaron sobre las antiguas raíces y otras tradiciones mongolas, e incluso sobre el imperio de Gengis Kan y de su historia, fueron acusados de tener simpatías nacionalistas. De esta forma, durante la pasada centuria, el pueblo mongol se vio obligado a separarse de sus propias raíces culturales e históricas.
En este momento epocal aparece la figura del poeta Gombojav Mend-Ooyo. En su infancia, su padre, que era un pastor de ganado de la estepa, le fue enseñando la antigua escritura mongola. Aunque tuvo la oportunidad de ir a estudiar en la Universidad de Estudios Literarios de Moscú, optó por abandonar ese camino, decidiéndose a estudiar en el departamento de Lengua y Literatura Mongola en la Universidad de Pedagogía de Ulán Bator. A causa de la situación política de ese momento y debido al incremento de remuneración que traería, estuvieron comprometidos a estudiar los textos clásicos del marxismo-leninismo y a memorizar algunos de ellos. Mas el joven Mend-Ooyo pasaba a su vez largas horas en las bibliotecas estudiando a fondo los textos de su antigua cultura.
Pronto su poesía comenzó a ser publicada llamando de inmediato la atención de los lectores. Los críticos literarios no tardaron en señalar que su obra poética había sido escrita de acuerdo con el canon estilístico del mongol antiguo. A partir de 1978, trabajó en la red de la radio y la televisión estatal. Comenzaría con riesgo a emitir un programa llamado “Literatura Antigua”, que tuvo influencia en el despertar de la conciencia nacional en el período en el que las ideas democráticas comenzaron a circular en la sociedad de aquellos años. A esta actuación se sumó la del director del periódico UNEN, una de las herramientas ideológicas más poderosas de aquel momento, el reconocido escritor Tudev. Mend-Ooyo abrió en 1988 una sección de literatura antigua en el influyente periódico “Utga Zoilo, Urlag”, junto al destacado poeta Natsagdorj y publicaron cien mil ejemplares del “Manual práctico y sencillo de cómo aprender la Escritura Antigua” de Shagi, erudito de lengua mongola que había sido ejecutado en 1937. Mend-Ooyo y Natsagdorj accedieron al archivo del Ministerio del Interior y estudiaron el expediente de Shagj publicando un artículo que tuvo honda repercusión en el país titulado “Shagj, el experto en escritura mongola”. Además se atrevería Mend-Ooyo a publicar otro trabajo de gran impacto, “Mirando al mundo a través del Libro “Utga Zoilo Urlag”, en el que prometió que publicarían los 365 volúmenes de la literatura antigua mongol. Otro de aquellos intelectuales rebeldes que remó a favor de esta causa fue Dashbaldar, que escribiría artículos mordaces bajo los títulos “Pisar libros es incorrecto” y “Obras eternas al borde de extinción”, criticando rotundamente la destrucción del patrimonio cultural de los mongoles.
Ese mismo año de 1989, fue el momento en que algunos escritores como: Maam, Byambaa, Dashbalbar y Mend-Ooyo, polemizaron duramente en el Congreso de la Unión de Escritores, haciendo un llamamiento para que la escritura mongola fuese enseñada de nuevo, al ser un tesoro de la herencia cultural ancestral, y a la que necesariamente debía reintroducirse como la verdadera escritura nacional. Mihail Gorvachev había proclamado la estrategia de la perestroika en Rusia. Se había catalizado el Instituto Público de la Escritura Mongola, que organizó su primer congreso en el edificio del Parlamento. Tanto Mend-Ooyo como Dulam, elaboraron una proposición de demanda para reintroducir la escritura antigua dirigida a las autoridades. De esta forma, la iniciativa de los escritores e intelectuales en recuperar el legado nacional y la tradición de Mongolia, coincidió con la intención democrática que germinaba en la sociedad. En 1990 la democracia llegó a Mongolia a través de una transición pacífica y sin derramamiento de sangre. Los escritores
formaron la primera fila de los líderes de la élite intelectual en dirigir la opinión pública que condicionó la revolución democrática.
La literatura de Mongolia tiene un destino enredado. Su población nómada llevó su literatura a cualquier manifestación cultural, tanto a sus costumbres como a sus formas de vida. Los mongoles heredaron la mayor parte de su literatura a través de una tradición que es muy rica en su forma oral. Por las noches, después de guardar el ganado en los corrales, suelen contar cuentos. Los hijos de los nómadas observan y aprenden el amplio léxico de estas historias, viendo el mundo expresado en esos relatos con sus precisas descripciones artísticas. Sus poemas se extienden desde los breves, de un par de estrofas, hasta los épicos, recitados durante el transcurso de dos o tres meses. Los viajes de los nómadas con sus caravanas de camellos a través de la estepa durante muchísimos días y noches atraviesan largas extensiones, sintonizando y vivificando la poesía con la melodía. La vasta canción, el caudaloso canto, forma parte de esta maravillosa tradición de los nómadas. Apenas hay indicios de literatura escrita. Este es el riesgo que corre la cultura nómada al no estar codificada. A lo largo de la historia se ha perdido muchas veces por los estragos de las campañas militares y las caóticas mudanzas. El ejemplo más antiguo encontrado hasta ahora de la escritura tradicional son las “Inscripciones en roca de las recitaciones de Gengis Kan”, que se conserva en el Museo del Hermitage en San Petersburgo. Se afirma que existe otro ejemplo, el de una carta de Gengis Kan al dirigente taoísta chino Chang Chunque, conservada en Pekín. Por suerte, un poema del famoso poeta y general Tsogt Taiji, recitado en 1624, fue tallado en piedra por sus asistentes y sin ser dañado ha sobrevivido hasta nuestros días. Se le nombra como la roca que canta el poema de Tsogt. Las piedras en las que está tallado tañen un sonido de acero. Durante 400 años esta piedra ha estado recitando el poema de Tsogt.
La poesía floreció especialmente en la Corte de Kublai Kan, que fue además un gran poeta. Toda la Corte incluyendo los ministros, los generales, las damas, los eunucos y las concubinas escribían poemas. Había mucha poesía escrita en la Corte durante un siglo cuando la capital se encontraba en Pekín. Entre los siglos XVIII y XIX florecieron obras académicas y textos religiosos, publicados cada vez en mayor número. Varios miles de volúmenes de 200 eruditos han llegado hasta nosotros escritos en mongol y tibetano.
Nunca se lamentará lo suficiente la oprobiosa destrucción de las bibliotecas de más de un millar de templos y monasterios que fueron incendiados por los estalinistas durante las purgas de 1937, de los que apenas ha quedado muy poca cosa. Los estudiosos estaban escribiendo libros basados en sus investigaciones sobre la teoría de la poesía denominada “El saber de las melodías correctas”, dejando un amplio material. Hacían traducciones de las mejores obras de la literatura de la India, del sánscrito, de la poesía y la épica China y de los textos budistas del Tibet. Fueron tan grandes los testimonios de respeto y amor por los libros que serían repujados en oro, plata y piedras preciosas. Durante las purgas estalinistas de la década de 1930, los estudiosos y escritores fueron torturados y ejecutados. Los textos literarios deshilachados salvajemente por el viento de la represión, cuya situación continuaría hasta la segunda mitad de la década de 1950, llegaron a empobrecer enormemente la cultura de Mongolia. Grandes talentos como D. Natsagdorj, S. Buyannemehhy, M.Yadamsüren fueron víctimas, entre otros muchos, de aquel genocidio. Otros como Ts. Damdinsüren, B.Renchiny, D. Namdag, fueron encarcelados y sometidos a privaciones físicas y mentales, no obstante sobrevivieron y pudieron reparar los hilos rotos de la tradición literaria. Al cabo de esta desertización cultural que duró veinte años, la carne y la sangre de la literatura tradicional mongola fue reavivada una vez más con la aportación enriquecedora de la cultura occidental, impulsada por escritores como B. Yavuuhulan, S. Erdene, D. Gombojav y M. Tsedendorj. Pese a que este período estuvo caracterizado por la orientación del realismo social y la obligación de elogiar al partido comunista y al régimen soviético, estos escritores valerosos e independientes crearon obras de notable valor literario.
La generación de Mend-Ooyo recorrió un camino distinto a la generación anterior, al poder captar anticipadamente los fundamentos de la libertad cultural y los principios de la democracia de Occidente, y tener a su vez la posibilidad de penetrar en las tradiciones literarias y culturales de Oriente, con la profundidad del idioma mongol, la filosofía del budismo y las creencias chamanistas. En 1976, diez jóvenes formaron un pequeño grupo al que denominaron Gal (Fuego). El círculo Gal tenía un objetivo de apoyarse entre sí para ascender conjuntamente y alcanzar altos objetivos. Se informaban de los poemas clásicos internacionales, del arte, de la música y de las biografías de aquellos personajes que habían destacado en su labor, desafiándose unos a otros para, con ese estímulo, subir a las más altas cúspides. Mantuvieron su círculo de forma clandestina. Aprendieronn de la obra de Yavuuhulan, Erdene, Tsedendorj, Sürenjav y Nyamdorj y seguían el ejemplo de las figuras centrales del país. Yavuuhulan confiando en las grandes posibilidades de Mend-Ooyo, consiguió el patrocinio del Estado para publicar su primer poemario: “Aves, pájaros del pensamiento” que se publicó a sus 28 años, siendo el primer poemario editado de aquella generación. En unos cuantos años, su obra superó los cuarenta títulos, situándole como poeta referente de una generación que lleva a sus espaldas la representación de la poesía viva de Mongolia.
Con la revolución democrática de 1990, el escenario literario mongol se alejó de su función obligatoria de ser un arma ideológica y se invistió con el papel de ser el instrumento de la libre creación artística. Con la libertad conseguida, los intelectuales perdieron el apoyo económico del estado y al enfrentarse a las dificultades económicas, perdieron la posibilidad de publicar sus libros. Fueron años difíciles los de la transición a la democracia. No hubo mas remedio que apretarse el cinturón para no pasar hambre y frío. Las librerías cerraron sus puertas y se convirtieron en zapaterías. Las editoriales abandonaron sus máquinas junto a los deshechos metálicos. El periódico Utga Zoilo, Urlag “Literatura y Arte”, que tenía cien mil suscriptores (un número alto en Mongolia), apenas tuvo lectores mientras aparecieron periódicos sensacionalistas. Los libros de poesía empezaron a ser transportados a China para su reciclaje. Muchos escritores y poetas se convirtieron en alcohólicos sin hogar, se les conocieron como “destiladores ilegales”, y antes de que se dieran cuenta, los años de la transición habían reducido sus filas. Parecía como si una fuerte tormenta hubiera arrasado todo y para evitar la indigencia, no les quedó más remedio que abrir pequeños negocios para sobrevivir.
Pero Mend-Ooyo tuvo mucha suerte. Mediante su participación en un festival de poetas mundiales, en Japón, su ponencia “La contribución de los mongoles a la poesía mundial; la naturaleza evolutiva e involutiva de la poesía”, tuvo un enorme éxito y atrajo la atención de los participantes. Al año siguiente recibió de la Presidencia de la Academia Mundial de Arte y Cultura una invitación para el nuevo congreso que se celebraría en Sydney. Repetiría su éxito y ello lo llevaría a Roma donde sería investido como Doctor Honoris Causa. Se introdujo de esa manera en el Parnaso de la lírica mundial y en país llegaría a ser el Presidente de la Academia Mongola de Poesía y Cultura. Sus libros llegarían a publicarse a treinta idiomas en decenas de países. Así que aquel hijo de un nómada de las estepas, entraría con letras de oro en el círculo restringido de los poetas destacados de su tiempo.
Todo esto me lleva a la pregunta ineludible ¿Cómo es, qué valores representa la poesía de Gombojav Mend-Ooyo? Trataré de explicarlo.
La poesía de Mend-Ooyo está hondamente arraigada en su memoria natal, al recuerdo de quien fue su padre, un pastor nómada de las estepas de Mongolia con el que vivió y aprendió la enseñanza espiritual de sus antepasados, en el respeto a la tradición y al habla ancestral de los uigures e, igualmente, en el amor hacia una vida libre y rústica de la naturaleza. Su visión exalta la contemplación del universo y muy concretamente el de su mundo telúrico, el de la estepa sin fin, el del cielo abismado como si lo miráramos en el agua de la noche y viéramos en ella un racimo de tiempo vivo, un instante fijado en la eternidad, una estrella-luciérnaga que parpadea en el mismo azul de la bóveda constelada. Creo que su poesía tan directa, tan diáfana, tiene un punto en común con el surrealismo, no sólo en la fascinación ante lo maravilloso, sino también en la búsqueda del sentido en el magnetismo pasional del instante, tanto en su manera de amar como en el enaltecimiento de la propia inspiración.
Es una poesía que parte de un hecho concreto y se transforma en un arte intemporal. Los elementos que la componen dejan de tener una fecha, pierden su significación y se convierten en símbolos que recuperan la imaginación como temperatura y sensación frutal de la vida, forjándose con su expresión más intensa. Es el tiempo sin intermediarios a través del que llegamos a la presencia de lo desconocido, al verdadero misterio de la poesía donde el fin se parece al principio. Este presente nunca se sucede en un tiempo lineal aunque lo parezca. Abre una vía en el espacio, hace navegable la inmensidad. Por eso amo el sentido de su oración verbal, ese poder oculto que tiene de regresar a lo cotidiano, al rumor de sus palabras, a esa sonrisa inocente de su voz poética donde todo queda insinuado, confesado, dicho.
Percibo en el sentido central de su existencia un poderoso sentimiento lárico, entrañable y familiar, donde la figura del padre tiene vital importancia e igualmente el fervor por sus antepasados, y ese íntimo amor de sentirse protegido por la bóveda azul que lo acoge como si fuera el techo de la yurta familiar. Uno de los poemas que más me ha conmovido es el titulado “Carta escrita desde la agreste estepa”. Es una excelente composición ancestral y telúrica de su hermosa tierra, en donde se crea una alianza entre el aliento cósmico de la estepa mongola y la cálida presencia humana que la contempla, la ama y la sueña. En áurea síntesis se encuentran: el hombre, la estepa, el caballo, la música del aire, la bóveda plena de las estrellas, el soñar del violín, la yurta familiar, el aullido del lobo, la honda ensoñación, la esencia mitológica de su historia con la mágica presencia de Höhdei Mergen, pastoreando estrellas, y en el fondo y el principio, la Osa Mayor. Me fascina la mítica ciudad de Shambhala que aparece de pronto como un resplandor que lo ilumina todo, abriendo su puerta al infinito en donde nacen los sueños imposibles. Y al final esa águila marrón inesperada que viene hacia nosotros como el destino. Sólo un gran poeta podría escribir este poema.
Cómo afirmar que amo su don de poeta terrestre y ese lugar prístino, primigenio, donde mira el mundo para cantarlo? Qué mirada objetiva y a la vez apasionada la suya, un gran ojo escrutador y refinado analiza las secuencias y en vez de ser una disquisición fría, es una visión que exalta la existencia, pues enciende los sentimientos y nos anima a perseverar en ella y a aumentar la capacidad de comunicación. Sin embargo, despierta una sensación onírica y flota en el poema como un perfume errante que nos incita a partir hacia un tiempo no lineal, traspasando los límites de su propio arte, a un pasado que deja de ser irreversible y a un futuro que se convierte en un presente que no podemos controlar.
Hay una evidente eclosión en las imágenes y en el lirismo de un mundo entresoñado, una recuperación del amor terrestre con esa dualidad añadida y enfrentada: la de la ternura y la ausencia. Su mirada ve al hombre en el tiempo, disfrazada a veces de simple sencillez, tiene siempre la fortaleza de lo humilde y la magnitud de lo verdadero y esencial. En ocasiones posee un punto de alucinación, de silencio, de revelación y profecía que conoce muy bien la soledad del hombre, convirtiendo la pregunta en destino y el destino en una pregunta que nos enseña a interrogar.
Otra de sus composiciones más notables y con la que acaso tuve más dificultades para conseguir una acertada versión al español fue la titulada “Mi secreto”. Es un poema cósmico de conseguida belleza y, al propio tiempo, alcanza una metafísica personal, muy interiorizada, convirtiéndose en una composición con potencia renovadora que sitúa al lector ante la trascendencia del ser y de la creación del mundo cuyo resplandor consigue expresar la visión de lo único.
Otro texto muy sugeridor de la naturaleza montañosa de Mongolia, especialmente las situadas en el norte y el oeste del país, es el que lleva por nombre “Contemplando las montañas”. Mend-Ooyo despliega una magna paleta pictórica ante esa tierra enhiesta y rocosa a la que añade el canto del cuclillo y en súbita metáfora lo llama “cítara de Khangai”. En la última estrofa termina diciendo:
En medio de la masa verde azul de la hierba familiar,
nació una nueva flor.
No es acaso una obra de arte alimentada por las grandes montañas
que hoy halló su forma y cobró vida?
El poema tiene auténtica grandeza incorporando esos personales matices del poeta, buen observador que lo vivifica y engalana y le otorga riqueza con su acertado lirismo.
En la obra de Mend-Ooyo hay un delicado trasfondo filosófico implicado en la religión budista de la que es creyente. De ella obtiene su fuerza y su manera pacífica de estar ante la vida con su bondad y su creencia en la esperanza de una mejor humanidad. Ese amor --como diría Octavio Paz -“no es el deslumbramiento sino algo más raro y precioso: el descubrimiento de un espíritu que se conoce a sí mismo y se afronta, el rigor de una pasión lúcida, una libertad que es simultáneamente rebelión contra el mundo y aceptación de su fatalidad personal. Ninguna consolación, ninguna prédica de buenos sentimientos, ninguna concesión. Y sobre todo: unos cuantos poemas en los que la voz del poeta es la de la poesía misma, poemas de una juventud sin fechas.”
Está convencido de que cada ser humano participa de la misma calidad divina. Ese sentido en cierto modo panteísta, es el que le da vida a sus poemas, alentando en su filosofía religiosa y en su secreto intimismo misterioso. Es un poeta verdaderamente original, dueño de un lenguaje y de su propio mundo. Su obra es la metáfora de la vida, de la naturaleza primigenia e ilustra con deslumbrante sencillez un mágico espacio hecho de confluencias y revelaciones. Magia visual, reino de la mirada. Es el símbolo compartido entre el hombre y su sombra, el juego ritual en el que se enfrentan el hombre y el tiempo sumados a la jerarquía infinita de su pueblo milenario. Somos todos y uno respectivamente, parece decirnos, por eso no podemos morir porque la tradición es inmortal mientras los ancestros vivan en la memoria. El desprendimiento, la limpieza de corazón y el amor llevan al nómada hacia el principio solar. No es una coherencia lógica sino espiritual. Es una suerte de liberación con la encarnación divina, una confirmación sublimada. La totalidad ha llegado a su incandescencia, a un sentimiento pleno de conciencia fraterna. Este sentimiento de unidad más allá de la muerte, es el que vive en el fondo de su ser y en la pura convicción de su poesía.